La ermita de Santa Eulalia es la antigua parroquia de un despoblado medieval que recibia el nombre de Barrio Santa María. En su interior, aunque muy deterioradas, nos encontramos las que algunos han calificado como «una de las muestras pictóricas más interesantes del románico». Las escenas mejor conservadas están en el ábside y en los muros del presbiterio. Los restos existentes en los demás muros de la iglesia nos permiten ver que el templo estuvo policromado en su totalidad.
En el ábside nos encontramos la representación del Pantócrator dentro de su mandorla, se conservan las dos manos; en la izquierda el dedo levantado bendiciendo, en la derecha sujeta el mundo, los rasgos de su cara se han perdido completamente. De los Tetramorfos solo se ven el león y el toro, conservándose mucho mejor el toro que entre sus piernas agarra el nombre de Lucas. Debajo del león todavía se puede leer “Marcus”. Llama la atención que si bien aparecen Lucas y Marcos, por problemas de espacio es muy probable que se omitieran Juan y Mateo. Se percibe muy tenuamente una silueta que pudiera ser la del ángel que representa a Mateo, pero ni rastro del águila. El resto del ábside como se puede observar se decora con cuadrados rojizos, otros de losanges blancos y negros, y con cruces.
En el presbiterio se concentran varios episodios. En el muro de la epístola, en su parte superior, encontramos una escena que es difícil precisar porque ha perdido parte de su policromía. Nos encontramos a un grupo de figuras sedentes: la primera por la izquierda con una espada alzada, la segunda es difícil de precisar, la tercera y la cuarta con la mano levantada, la quinta con un libro entre sus manos parece dirigirse a la sexta figura. En el Catálogo Monumental se nos indica que estamos ante la representación de la donación de la iglesia de Santa Eulalia que realizo Sancha Alfonso, las figuras formarían parte del acto de entrega y Sancha Alfonso sería la figura con el libro o documento entre las manos. García Guinea, por su parte, lanza otra hipótesis y habla de la representación de los apóstoles en “sacra conversazione”. Separando esta escena de la siguiente podemos ver una cenefa formado por cuadrados que alternan aves y edificios que pueden hacer referencia a la Jerusalén Celestial. Pasamos directos al infierno donde vemos como los demonios cogen a las almas pecadoras. Podemos observar dos pasajes: en el superior, las almas son arrojados a un caldero puesto a un fuego que unos demonios se encargan de mantener. En la inferior, tras sufrir latigazos, un demonio se encarga de arrastrar a los pecadores hacia una boca infernal. .
En el muro del evangelio, nos encontramos las almas de los justos mucho más desgastadas. Igual que en el otro muro del presbiterio encontramos dos escenas: en la superior, los ángeles llevan en sus brazos niños representando las almas de los justos que han conseguido la salvación. En la parte inferior, podemos observar a la izquierda un ángel que recoge entre una sábana una serie de almas; a continuación, el arcángel San Miguel y el demonio se disputan las almas. San Miguel sujeta la balanza mientras el demonio astuto espera su turno. Estas son las escenas, que aunque bastante deterioradas, pueden llegar a ser más claras de identificar.
A partir de aquí, las escenas se han perdido prácticamente, en las columnas del arco triunfal se presentan dos figuras humanas, en los muros de la nave son perceptibles las siluetas de unos eclesiásticos. Y en una de las columnas, un dragón. Las pinturas, como nos indica García Guinea, pueden ser fechadas en los primeros años del siglo XIII, siendo contemporáneas a la edificación de la iglesia. Tras prepararse el muro con un mortero de cal y arena, se aplicaron los pigmentos dispersos en agua de cal. Los tonos que más podemos ver son el negro, el blanco y el ocre.